miércoles, 23 de enero de 2008

La relidad roza la ficción

George Bush va a un colegio de primaria para hablar sobre la guerra.Después de hablar, les dice a los niños que le pregunten lo que quieran.Un niño levanta la mano, y George le pregunta cómo se llama.

- Bob.
- ¿Y cuál es tu pregunta, Bob?
- Tengo 3 preguntas:

Primera: ¿Por qué EEUU invadió Irak sin el apoyo de la ONU?
Segunda: ¿Por qué es usted el presidente si Al Gore tuvo más votos?
Tercera: ¿Qué pasó con Osama Bin Laden?

Justo después de esto sonó la campana del recreo. George Bush les dijo a los niños que continuarían después del recreo.
Cuando acabó el recreo, George preguntó:
¿Por dónde íbamos? ¡Ah!, es verdad, el turno de preguntas.
¿Alguien quiere peguntarme algo?
Un niño diferente levantó su mano. George lo señaló y le preguntó cómo se llamaba.

- Steve.
- ¿Y cuál es tu pregunta, Steve?
- Tengo 5 preguntas:

Primera: ¿Por qué EEUU invadió Irak sin el apoyo de la ONU?
Segunda: ¿Por qué es usted el presidente si Al Gore tuvo más votos?
Tercera: ¿Qué pasó con Osama Bin Laden?
Cuarta: ¿Por qué la campana del recreo sonó 20 minutos antes de tiempo?
Y quinta: ¿Dónde está Bob?

sábado, 19 de enero de 2008

Auto-Regalo

Hasta hace 5 minutos iba a poner un pequeño relato que había llegado a mi mente en un fría y lluviosa tarde, en la que no tenia ganas ni de ver la tele, y mucho menos aun de ponerme a estudiar.

Pero lo he vuelto a leer antes de ponerlo aquí y me he dado cuenta de que no esta listo, no me gusta como esta, todavía tiene que madurar. Por eso prefiero poner un pequeño extracto de uno de los libros que forman parte de mis "Auto-Regalos de reyes", que me esta quitando un ratico de sueño todas las noches, es de lo mejor que he leído en estos días:

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Era ya medio día, pero la tormenta nocturna no se había disipado y una lluvia caprichosa privaba al cielo de color y apagado el fuego que aun persistía en algunas partes de la casa de los Glaw. Ahora una ruina imponente, ennegrecida, se levantaba en lo alto de la colina con las ventanas rotas, los tejados hundidos, las vigas al aire y un penacho de humo gris y blanco elevándose hacia el cielo.

Yo estaba sentado en el patio, apoyado contra el guardabarros de un transporte de tropas de la Guardia Imperial, tomando de vez en cuando un sorbo de un frasco de amasec. Tenía la cabeza gacha. Necesitaba atención medica y analgésicos, un restaurador psíquico, una buena comida, cirugía neuronal para los cientos de heridas que me había inflingido Locke, un baño, ropa limpia, ...

Y más que nada en el mundo, necesitaba una cama....

EISENHORN de Dan Abnett